Ultima Thule: Preludio: Paredes y Estrellas
24 de febrero de 1944, el vigía de la torre de guardia avisó que se acercaba el auto de Hess, proveniente de Hannover. Como suele hacerse, salieron en su búsqueda cinco soldados, que luego de cruzar el segundo portón del campo de prisioneros se apresuraron a recibir al visitante.
Hace 3 años que Hess estaba prisionero en la Torre de Londres... o eso se suponía. Algunos decían que estaba loco, que el el Fuhrer lo había desautorizado, que se había vendido a los ingleses. Un pacifista, un discípulo aventajado de Haushoffer. Aquí estaba.
De cualquier forma, Rudolf Hess, mano derecha de Hitler caminaba en Bergen-Belsen. Varios curiosos se asomaron por las ventanas de las casas del hospital. La llegada de una personalidad desaparecida del Reich era un evento.
Hess entraba sonriendo y avanzaba a paso seguro. El camino desde Hannover estaba maltratado por el invierno pero él se movía rápido en su uniforme gris. Como velas de un barco su chaqueta se sacudía...
...para los despiertos, el azote del viento en su cuerpo resonaba con poder. Un nimbo de dinamismo lo rodeaba; los más péritos en las artes pudieron notar que la sola llegada de Hess auguraba una reestructuración importante.
"Maria!" -me dijo Hess- "acércate, por favor". El hombre me miró a los ojos y apreto sus dientes, haciendo un sonido chirriante. Muy cerca de mi oído escuché una voz incorpórea "Reune a los oficiales que están postulando para la iniciación en la Ahnenerbe. La ceremonia será mañana mismo al amanecer".
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